Todos los Presidentes del Estado español… al menos aquellos que he sufrido conscientemente… abandonaron el Cargo, para disfrutar durante el resto de su vida sus Jugosos Sueldos Vitalicios… no sin antes haber llevado la MENTIRA hasta el extremo Más Extremo…
Felipe González comenzó la lección que le correspondía impartir… enfrentándose al Terrorismo de los Estados… para unirse a ellos tras cosechar los Votos Ingenuos… Y acabar abrazando Terroristas condenados, en la puerta de prisión…
Jose María Aznar ayudó a asesinar cientos de miles de Seres Humanos… mediante Armas de Destrucción Masiva Reales… con la excusa de Armas de Destrucción Masiva Inventadas… Pero el Extremo de la Mentira lo alcanzó cuando el Genocidio fue respondido de la misma manera (asesinato de civiles) y Jose María intentó sacar provecho del baño de sangre… y bañarse en votos ingenuos… intentando colar la mentira de que todo apuntaba hacia quien nada apuntaba…
Jose Luis Rodriguez Zapatero alcanzó el Gobierno gracias a la mentira extrema de su antecesor… al grito de “No a la Guerra”… Y se marchará en breve… tras haber sumado el Ejército Español a las Organizaciones Terroristas que están bombardeando Seres Humano libios…
Tengo la sensación de que la Autoridad Política Española está GRITANDO: ¿¿¡¡Qué más tengo que hacer para que despiertes y dejes de creer en la Farsa!!??
Pero incluso los presidentes españoles son unos amateur comparados con los Mayores Expertos de la historia de la humanidad en la Creación de Mentiras.
La parte coloreada ha sido extraída del libro Conversaciones Con DIOS III
Debes entender que los seres humanos tienen muchas religiones basadas en el temor, cuyas enseñanzas rodean una doctrina de un Dios al que se le debe adorar y temer.
Fue a través del temor como toda su sociedad terrenal se reformó del matriarcado y pasó al patriarcado. Fue a través del temor que los primeros sacerdotes lograron que la gente “enmendara su mal camino” y “escuchara la palabra del Señor”. Fue mediante el temor que las iglesias obtuvieron y controlaron a sus miembros.
Una iglesia insistió incluso en que Dios los castigaría si no iban a la iglesia cada domingo. No ir a la iglesia se declaró como un pecado.
Y no sólo a cualquier iglesia. Uno tenía que asistir a una iglesia particular. Si asistían a una iglesia de una denominación diferente, eso también era un pecado. Esto fue un intento de control puro y simple, mediante el temor. Lo sorprendente es que funcionó. ¡Diablos, todavía funciona!
Tú eres Dios, no maldigas.
¿Quién está maldiciendo? Hice una afirmación de un hecho. Dije: «¡Diablos, todavía funciona!».
La gente siempre creerá en el infierno y en un Dios que los enviará allí, mientras crea que Dios es como el hombre: despiadado, interesado, que no perdona y vengativo.
En el pasado, la mayoría de la gente no podía imaginar a un Dios que pudiera elevarse sobre todo eso. Por lo tanto, aceptaron las enseñanzas de muchas iglesias de «temer la terrible venganza del Señor».
Fue como si la gente no pudiera confiar en sí misma para ser buena, para actuar adecuadamente por cuenta propia, por sus propios motivos. Por lo tanto, tuvieron que crear una religión que enseño la doctrina de un Dios enfadado y castigador para mantenerse en línea.
Ahora, la idea de la reencarnación atacó todo eso.
¿Cómo? ¿Qué hizo a esa doctrina tan amenazante?
La iglesia proclamó que sería mejor que fueran buenos o, de lo contrario… Y los que creen en la reencarnación dijeron: «Tendrán otra oportunidad después de ésta y otra después de ésa y aún más oportunidades. Por lo tanto, no se preocupen. Actúen lo mejor posible. No se paralicen tanto debido al temor, que no puedan moverse. Prométanse a sí mismos ser mejores y continúen».
Naturalmente, la primera iglesia no quiso escuchar tal cosa. Por lo tanto, hizo dos cosas. Primero, denunció la doctrina de la reencarnación como herética. Luego, creó el sacramento de la confesión. La confesión podía hacer para el creyente lo que prometía la reencarnación. Esto es, darle otra oportunidad.
Entonces, tuvimos un arreglo en el que Dios nos castigaría por nuestros pecados, a no ser que los confesáramos. En ese caso podíamos sentirnos a salvo, sabiendo que Dios había escuchado la confesión y nos había perdonado.
Si pero hubo un impedimento. Esta absolución no podía llegar directamente de Dios. Tenía que llegar a través de la iglesia, cuyos sacerdotes daban «penitencias» que tenían que cumplirse. Por lo general, estas consistían en oraciones que se le requerían al pecador. Por lo tanto, ahora tenían dos motivos para continuar siendo miembros.
La iglesia descubrió que la confesión era una atracción tan buena, que pronto declaró que era pecado no confesarse. Todos tenían que hacerlo al menos una vez al año. Si no lo hacían, Dios tendría otro motivo para enfadarse.
Más y más reglas, muchas de ellas arbitrarias y caprichosas, empezó a promulgar la iglesia, cada regla teniendo detrás de ella el poder de la condenación eterna de Dios, a no ser, por supuesto, que se confesara el fracaso.
Se presentó otro problema. La gente supuso que esto significaba que podía hacer cualquier cosa, siempre que lo confesara. La iglesia se encontró en un dilema. El temor había abandonado el corazón de la gente. La asistencia a la iglesia y sus miembros disminuyeron. La gente se iba a «confesar» una vez al año, cumplía su penitencia, era absuelta de sus pecados y continuaba con su vida.
No había duda en eso. Había que encontrar una manera para inculcar de nuevo el temor en el corazón.
Por lo tanto, se inventó el purgatorio.
¿El purgatorio?
El purgatorio. Se describió como un lugar parecido al infierno, pero no eterno. Esta nueva doctrina declaró que Dios los haría sufrir por sus pecados, incluso si los confesaban.
Bajo esta doctrina, Dios decretó cierta cantidad de sufrimiento para cada alma no perfecta, basándose en el número y tipo de pecados cometidos. Había pecados «mortales» y «veniales». Los pecados mortales los enviarían directamente al infierno, sino se confesaban antes de morir.
Una vez más, la asistencia a la iglesia aumentó. Se hicieron también colectas y contribuciones especiales, porque la doctrina del purgatorio incluía también una forma en que uno podía comprar evitar el sufrimiento.
¿Perdón?
De acuerdo con las enseñanzas de la iglesia, uno podía recibir una indulgencia especial (una vez más, no directamente de Dios), sólo de un ministro de la iglesia. Estas indulgencias especiales liberaban a uno de sufrir en el purgatorio, que se había «ganado» con los pecados o, al menos, de parte de éste.
¿Algo como «menos tiempo por buen comportamiento»?
Sí. Por supuesto, estas suspensiones del castigo se concedían a muy pocas personas. Por lo general a aquellas que hacían una contribución a la iglesia.
Por una gran suma, uno podía obtener una indulgencia plenaria. Esto significaba no pasar ningún tiempo en el purgatorio. Era un boleto sin parada directo al cielo.
Este favor especial de Dios estaba disponible para muy pocas personas. Tal vez para la realeza y los muy ricos. La cantidad de dinero, joyas y tierra dada a la iglesia a cambio de estas indulgencias plenarias fue enorme. Sin embargo, la exclusividad de todo esto produjo gran frustración y resentimiento entre las masas.
El campesino más pobre no tenía esperanza de obtener una indulgencia del obispo y, por lo tanto, el vulgo perdió fe en el sistema y la asistencia amenazó con disminuir de nuevo.
¿Qué hicieron entonces?
Introdujeron las velas de la novena.
La gente podía ir a la iglesia y encender una vela de la novena por las «pobres almas del purgatorio» y al recitar una novena (una serie de oraciones en un orden particular que llevaba cierto tiempo completar), podían quitar años a la «sentencia» del difunto querido, sacándolo del purgatorio más pronto de lo que de otra manera hubiera permitido Dios.
No podían hacer nada por sí mismos, pero, al menos, podían orar para pedir piedad por los difuntos. Por supuesto, sería útil si se introducían en la ranura una o dos monedas, por cada vela encendida.
Muchas pequeñas velas ardían detrás de mucho cristal rojo y muchos pesos y centavos se depositaban en multitud de cajas pequeñas, en un intento de «disminuir» el sufrimiento infligido a las almas del purgatorio.
¡Vaya! Esto es increíble. ¿Quieres decir que la gente no pudo ver a través de todo eso? ¿La gente no lo consideró un intento desesperado, de una iglesia desesperada, para mantener a sus miembros desesperados por hacer algo para protegerse de ese malhechor que llamaban Dios? ¿Quieres decir que la gente se creyó eso?
Bastante literalmente.
Conversaciones Con DIOS III – Neale Donald Walsch
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Lleva alegría al momento, sin importar lo que el momento traiga… Porque la alegría es Quién Eres y Quién Serás Siempre.
Dios no puede crear nada imperfecto. Si piensas que Dios puede crear algo imperfecto, entonces no sabes nada sobre Dios.
'¡Celebra la Perfección! Sonríe y Celebra... Ve únicamente la Perfección... Y lo que los demás llaman imperfección, no te tocará de ninguna manera que sea imperfecta para ti' #ConversacionesConDios GRACIAS Por CompaRTir